Soy un estudiante español. Vine a Nueva York para mejorar mi inglés. Hace un mes,
un amigo cubano que tiene familia en Florida me invitó a ver el famoso carnaval latino
de Miami, una fiesta única de esta ciudad. Un día antes de salir, Diego se puso enfermo,
así que al final tuve que viajar sin él.
Miami es la ciudad estadounidense con mayor número de latinos de todo el país. El barrio
donde viven se llama “La Pequeña Habana” porque la mayoría son cubanos. Es allí donde
se celebra la fiesta callejera más grande e importante de Florida. Durante una semana
el barrio se llena de gente de todas partes. Vienen artistas conocidos, bandas de música,
grupos de teatro y orquestas populares. Se instalan en los puntos estratégicos del barrio
y todos actúan gratuitamente, incluso las grandes estrellas. Durante esos días las tiendas
y los restaurantes prácticamente no cierran. Se montan quioscos con comida típica de Cuba,
Puerto Rico y otros países; se venden recuerdos, discos y postales.
Además de eso, se organizan otros eventos. Yo participé en una carrera que se celebró
por la noche. Tuve que pagar unos 20 dólares, pero me dieron la cena, una camiseta
con el emblema de la carrera y la oportunidad de ganar un viaje. Había grupos de niños,
adolescentes, adultos y hasta personas mayores. De este modo todos pudieron correr
a su ritmo. No gané nada, pero me divertí un montón.
También fui a ver el Torneo de Dominó. Me dijeron que se organiza desde el primer
año en que se celebra el carnaval en Miami. Empieza por la mañana y termina el mismo día,
a veces a altas horas de la noche. Yo creía que iba a ser bastante aburrido, pero ¡vaya
sorpresa! Nunca antes había visto a tanta gente sentada en los bancos de un parque,
a la sombra de los árboles, jugando al dominó con tanta pasión. Claro, la mayoría eran
personas mayores. Los jóvenes latinos, como todos los jóvenes del mundo, prefieren
los videojuegos. Aún así, yo me lo pasé bomba.
El carnaval termina con el Festival de la Calle Ocho. Es el momento más espectacular.
Una caravana de inmigrantes cubanos, puertorriqueños, mexicanos, junto con turistas de otros estados de EE.UU. y Europa recorre la avenida principal de “La Pequeña Habana”. Todos
forman una gran familia de diferentes razas, pueblos y naciones. Si un día tenéis
la oportunidad de verla, os la recomiendo.